La psicoterapia no es lineal, ni contiene una fórmula mágica, por eso siempre hablamos de procesos y niveles.
Hacer psicoterapia no es solo sentarse en un sillón o ir a diván (según el modelo terapéutico que se maneje) para escuchar a un individuo, pareja, familias o grupos.
Como he mencionado en escritos anteriores y en las microclase de nuestro canal de youtube, en la psicoterapia se presentan varios niveles al mismo tiempo, que van desde lo técnico (encuadre, alianza, proceso diagnóstico, entrevista, elaboración de hipótesis, historia clínica, elaboración de informe, comunicación de diagnóstico, diagnóstico diferencial, entre otros) hasta lo intrapersonal del terapeuta (vigilia de la autoreferencia, uso de autorevelaciones, para qué pregunta lo que pregunta, desde dónde lo pregunta) que en principio requerirá mucha experticia del terapeuta para estar atento/a a ellos y su relación en el momento de la sesión y en todo el proceso.
Hoy quisiera escribir sobre un aspecto que todo terapeuta necesita vigilar mucho: Cuando la psicoterapia se convierte en un problema...para quienes no están en proceso terapéutico y se ven "afectados" por los cambios percibidos en la forma de relacionarse de la persona que sí asiste a psicoterapia.
Entonces el terapeuta necesita en primer lugar "educar" al cliente, al paciente, consultante, en que la psicoterapia le va a dar pistas nuevas para comprenderse y producto de eso, se aprenderán otras formas de relacionarse y resolver dificultades que en primera instancia solo tendrán sentido para él, ella, ellos o elles, porque son los que están asistiendo a psicoterapia.
Pero tales cambios, es posible que sean percibidos de manera negativa o vistos como un problema para el resto de las personas que los rodean, porque implica el rompimiento de un ciclo relacional al que estaban acostumbrados, pero como no asisten a terapia, no pueden dimensionar el para qué de esos cambios, y es normal que se sientan incomodos al intentar adaptarse a unas nuevas formas de comunicarse o de actuar o de resolver situaciones.
A las personas que no asisten a psicoterapia, les puede parecer extraño los cambios en los comportamientos de las personas que "creían" conocer, por ejemplo: si la persona tenía dificultades para expresar lo que sentía antes de la psicoterapia, les resultará extraño e incluso problemático que aquella persona que antes no decía, no opinaba, no reclamaba, estaba en silencio, ahora sí lo hace, alterando por completo la dinámica relacional.
O la madre que solícita antes hacía todo por los hijos y la pareja, ya no está tan dispuesta y comienza a reclamar sus espacios personales, altera la forma en que la familia y la pareja funcionaba antes, algo para lo que los otros miembros no estaban listos.
Entonces, sí, la psicoterapia se convierte en un problema para quienes no asisten a ella, y esto el terapeuta necesita y debe explicárselo a los consultantes, para que estén muy atentos a esos intentos de saboteo iniciales, pues es importante cuidar todo cambio que se esté gestando producto del proceso terapéutico, evitar al máximo que se activen esos mecanismos de culpabilización al que asiste a psicoterapia: "todo ha cambiado por tu culpa", así como el de no minimizar los grandes esfuerzos hechos por la persona.
El terapeuta necesita saber cuándo la pareja, la familia o los amigos se pueden convertir en un sistema de apoyo para el proceso terapéutico y también cuando en un factor de riesgo. Entonces no solo es importante hablar esto con el consultante, sino abrir un espacio para la pareja, familia o amigos cercanos, en el que puedan conversar sobre cómo se han sentido con los cambios experimentados, esto a manera de connotación positiva para fortalecer el proceso de la persona.
Nuestro canal de youtube